Cazarabet conversa con... José Luis Carretero Miramar, coordinador del libro "Tu casa no es tuya, es del banco" (Queimada).
La cruda realidad llega a la lectura en un asunto que es una de las piedras angulares que preocupan más al ciudadano de a pie.
Lo que nos dice Queimada Ediciones del libro:
Lo más exasperante de esta tragedia es que era totalmente innecesaria. Hace un siglo, cualquier economista —de hecho, cualquier estudiante universitario que hubiese leído el libro de texto Economía, de Paul Samuelson— les podría haber dicho que la austeridad frente a una depresión era una idea muy mala. Pero los que elaboran las políticas, los expertos y, siento decirlo, muchos economistas, decidieron, en gran parte por razones políticas, olvidar lo que solían saber. Y millones de trabajadores están pagando el precio de su amnesia deliberada.
(Krugman, P., El desastre de la austeridad. El País, 31/01/2012.)
El análisis de todo esto, del origen y consolidación de la burbuja y los entramados creados para sostenerla y engañar a los ciudadanos, junto con sus consecuencias, es el objetivo de este libro en su primera fase, puesto que la segunda está dedicada a las luchas y resistencias ante la situación y las actividades que diversas organizaciones han llevado a cabo, sobre todo, pero no solo, la PAH, para luchar contra esta lacra, mientras la tercera parte, lo que intenta es plantear alternativas, algunas ya en marcha, que permitan superar el círculo vicioso formado por el paro, los desahucios y la exclusión social de los afectados, como se verá, un porcentaje nada desdeñable de la población española.
Cazarabet conversa con José Luis Carretero:
-José Luis, ¿cómo y de qué manera han conseguido “hacerse con nuestra mente” para que frases como:”hemos vivido por encima de nuestra posibilidades”, sean tan creídas y hayan sido interiorizadas hasta tal punto por la gente?
-Hay que tener en cuenta que la presión social para la compra de la vivienda, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, fue muy alta. Era una presión alimentada por toda una serie de modificaciones legales efectuadas por los poderes públicos, como el hecho de que hubiera una desgravación por la compra de vivienda y no por el alquiler, así como por todo un enorme complejo cultural destilado por los medios de comunicación de masas.
Tener un buen sueldo era inmediatamente saludado, en circunstancias normales, por un coro de familiares y amigos, como la oportunidad de comprar una vivienda, y ello aunque la hipoteca resultante superase con mucho el 30 % del salario que se considera como financieramente sostenible para tal fin. Quien no lo hacía era mirado como un bicho raro y, en muchos casos, tener una vivienda en propiedad era visto como un elemento esencial que definía el éxito social y hasta la propia capacidad de atracción de la persona frente a quienes le rodeaban.
-¿Hemos “pecado” de exceso de confianza para con lo que nos decían promotores, para lo que nos decían los políticos que nos vendían un futuro de prados verdes salpicado de amapolas y con los banqueros que ofrecían créditos con una facilidad y unas facilidades pasmosas…atrapándonos, todos ellos, en una maraña casi de por vida?
-Se trata de un exceso de confianza, pero de un exceso buscado y alimentado por la colusión de intereses y las artimañas de banqueros, constructores, promotores y políticos. Las haciendas locales podían gastar, y por tanto garantizar la reelección de quienes ocupaban los cargos públicos electivos y la subsistencia de su red clientelar, si mantenían viva la maraña especulativa asociada al mundo inmobiliario. Recalificar terrenos, encargar obras faraónicas, promover vivienda pública que luego era vendida a precios de mercado o construida con un sobrecoste demencial producto de la corrupción institucional…había mucha gente, y en muchos puesto de poder, ya fuera mediático, político o económico, interesada en que la rueda no dejara de girar. Un trabajador medio, con una jornada laboral extenuante y muchas preocupaciones cotidianas, tenía evidentes limitaciones para detenerse a estudiar la situación y ser consciente de hacia dónde le querían llevar todos esos intereses del capitalismo especulativo. Pero las gentes que hacían los pelotazos, los dueños de las grandes constructoras, los Grandes Caballeros de la Banca que avizoraban el mercado desde sus yates…esos sí sabían que el modelo tenía fecha de caducidad, que era insostenible a largo plazo, y que algún tipo de “corrección” abrupta iba a devolver, tarde o temprano, el mercado a sus “fundamentales”, llevándose consigo muchos sueños, muchas fortunas y poniendo en peligro inminente las necesidades básicas de cientos de miles de personas. Cuando se habla de responsabilidades habría que tener muy en cuenta eso.
-¿Cómo lograron constituir esa gran estafa porque engañarnos es construir una gran estafa?
-Se trata, básicamente, de una necesidad inmanente a la actual fase de desarrollo del capitalismo global. La imposibilidad de desatar un nuevo ciclo de acumulación basado en las actividades productivas, empuja a los capitales excedentes a buscar nuevos horizontes de inversión. Eso hace que se inflen las burbujas financieras. Y, finalmente, también las burbujas inmobiliarias, que buscan valorizar, convertir en negocio para los grandes capitales, los ahorros domésticos. Todo el andamiaje, sin embargo, se sostiene en base al crédito, lo que, combinado con una flexibilidad laboral creciente, hace que, tarde o temprano, todas las burbujas exploten. ¿Cómo podíamos consumir cada vez más, si cobrábamos cada vez menos?
Las maneras como eso se ha vestido para presentarlo a la población como una novísima oportunidad de crear una ilusoria “sociedad de propietarios”, donde todo el mundo sería “rico” ante el Registro de la Propiedad, independientemente de lo que se debiese, han variado en ocasiones desde la avalancha mediática (el premio del concurso siempre es un piso en Torrevieja), la promoción pública de figuras asociadas al ladrillo como presuntos “triunfadores sociales”, o la corrupción institucional drenándose por todos los intersticios de la vida social, hasta la coacción pura y dura (como cuando el grupo ecologista comarcal es perseguido y criminalizado por su oposición al campo de golf, o los okupas son desalojados violentamente de las viviendas vacías).
-¿Con qué facilidades se encontraron los que montaron la estafa para poder llevarla a cabo, me refiero, mayoritariamente, a facilidades por parte del sistema?
-Los poderes públicos realizaron una labor imprescindible y estratégicamente decisiva para favorecer el inflado de la burbuja y la deriva especulativa entorno a la vivienda. Tanto cambiando la Ley del Suelo para favorecer un modelo basado en el ladrillo en el ámbito local, como modificando el conjunto de la legislación española en esa dirección, o renunciando a todo tipo de control de lo que estaba sucediendo. Bastaría citar, como se hace en nuestro libro, algo tan concreto como la modificación del artículo 12 de la Ley Hipotecaría para permitir que los contratos de compraventa de vivienda se inscribiesen en su totalidad en el Registro, sin que el registrador pudiese calificar las cláusulas abusivas, habituales en el momento álgido de la burbuja. Llegaron hasta al detalle.
-¿Hay que realizar un análisis pormenorizado de la deuda, una especie de auditoría para pagar como Estado solamente lo que hay que pagar, pero ni un céntimo más….?
-Hay que realizar una auditoría seria de toda la deuda, tanto la deuda pública estatal, como la local o la autonómica, y también de la deuda privada de las familias que han sido atenazadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin tratar el tema de la deuda no se podrá tratar ninguno más. En estos momentos, esto parece el gozne esencial de las tendencias actuales de desarrollo del capitalismo senil: nos quieren siervos de la deuda, plegados a un disciplinamiento perpetuo en su nombre, a un ajuste continuo en todos los ámbitos y en todos los lugares.
Hay base jurídica y política (la doctrina de la deuda ilegal, odiosa e ilegítima, la concepción de la usura que ha sido capital en casi todas las civilizaciones) para realizar esa auditoría. No hay que olvidar que a los grandes promotores de vivienda y obra pública, por ejemplo, las entidades financieras les han aplicado en gran medida la dación en pago, y que a esas mismas entidades se las ha rescatado, subsiguientemente, con dinero público, dinero que proviene del trabajo de todos, incluidos los cientos de miles de personas que han sido desahuciadas. Hay algo, pues, que no funciona. Detengámonos a determinar qué deuda debe pagarse y cual no. Si utilizamos criterios sociales y de interés general, nos vamos a llevar muchas sorpresas.
-Vamos a ver soy una enamorada de la educación abierta, libre, pública , de todos y para todos por eso incluiría, además, muchas “asignaturas” o conocimientos que ayuden a cimentar una sociedad que camine hacia un futuro “menos ignorante” en materias como economía doméstica y que, por ejemplo, sepamos aquello que preguntar y reclamar antes de que nos puedan estafar? Cuando hablamos de economía: nos abruman a datos...de manera que nos colapsan y creo que uno termina por “como flaquear”…¿Qué podemos hacer para afrontar esto?(que no es más que una estrategia de marketing y de intentar vender)
-Es necesario un cambio de mentalidad completo. No se trata sólo de introducir asignaturas de alfabetización financiera en la educación obligatoria (que tampoco sería una mala idea), sino, sobre todo, de generar trabajadores y ciudadanos conscientes de sus derechos y de sus intereses en todos los aspectos de la vida. Gente que tenga el tiempo y la voluntad de informarse de cuáles son sus propias necesidades, de cuál es la legislación que le afecta, de cuál es el sentido último de las decisiones de los poderes públicos y de las maquinaciones de los conglomerados oligárquicos.
Es necesaria una concientización (usando el término que utilizaba Paulo Freire) generalizada de la población. La gente sabe leer, pero no lo hace. Tiene acceso a asesoría jurídica gratuita en las organizaciones de consumidores o en los sindicatos, o en los Colegios de Abogados, pero no la utiliza. Habrá que ver por qué y construir la infraestructura material y de servicios que dé lugar a una auténtica ciudadanía informada, pero, sobre todo, a experiencias de auto-organización social, y de las clases subalternas, de la suficiente amplitud y densidad para que puedan defender sus propios intereses y desarrollar una conciencia amplia de su situación, para que puedan ver y leer el mundo, apropiándoselo al tiempo que lo construyen conscientemente. En este país, hace falta un gran esfuerzo de educación popular.
-Las consecuencias van desde perder las casas hasta los suicidios , pasando desde una pérdida de la facultad para los recursos básicos hasta toda clase de problemas que desmiembran al ser humano….lo vemos de cerca, lo sentimos en la propia carne y de ahí han surgido Plataformas Ciudadanas y redes de solidaridad …¿cómo podemos leer esto?
-Las consecuencias son terribles. Nuestro libro está lleno de datos al respecto. Pero también está lleno de información que narra las resistencias populares a toda esta deriva. La gente se ha intentado defender, ha construido sus propias organizaciones, ha puesto en marcha experiencias enormemente innovadoras y rupturistas, como la Obra Social de la PAH o las Corralas andaluzas, ha puesto el cuerpo y los abrazos como una barrera para tratar de frenar la violencia y la desesperanza. Pese a todo, la sociedad española sigue viva. La clase trabajadora, pues de eso se trata, sigue luchando. Eso es una buena noticia.
-¿Cómo podemos y debemos abordar los desahucios desde cada una de las administraciones: Ayuntamiento, Comunidades Autónomas, Diputaciones, Estado Central? (hablo en primera persona del plural porque me parece de todos los ciudadanos somos o deberíamos ser una unidad en todo esto)
-En nuestro libro hay todo un capítulo dedicado a exponer alternativas reales y factibles a los desahucios y al dogal de la deuda. Se trata de alternativas que van desde simples modificaciones en el Derecho de los Consumidores, que podría hacer, sin esfuerzo, cualquier partido político al uso, hasta la conformación de una auténtica política económica distinta, basada en el protagonismo popular. Hablamos de la segunda oportunidad, de la dación en pago, de la promoción de la vivienda pública, del cooperativismo, de muchas cosas. Remito a los lectores al libro, que es incluso accesible como pdf gratuitamente. Lo que debe de quedar claro es que alternativas no faltan, pero ponerlas en marcha es una cuestión de voluntad política, y de valentía necesaria. Porque, al final hay que tener en cuenta que, como decía un filósofo, “no es vuestra compasión, sino vuestra valentía, la que ha salvado siempre a quienes se hallaban en peligro”.
-¿En qué debe cambiar el sistema económico para que estas burbujas y fenómenos no vuelvan a producirse? ¿A quiénes se les debe poner el cascabel y cómo? (me refiero a los titiriteros, a los que manejan los hilos de la economía y poderes públicos, cómo les plantamos cara y de qué manera)
-Para que no se repitieran las burbujas habría que cambiar el sistema económico radicalmente. Habría que iniciar un proceso de transición hacia un sistema social totalmente diferente, hacia una economía de lo cercano, de lo ecológico, de lo cooperativo y lo autogestionario. Una economía que dejase atrás la valorización del Capital como estímulo único, y pusiese en el centro el desarrollo de las potencialidades humanas para la convivencia, el cuidado, la afectividad, la cultura. Un socialismo de nuevo tipo, centrado en la cooperación consciente de los productores de la riqueza social y en el equilibrio dinámico con el ecosistema. Para eso habría que poner muchos cascabeles. Las oligarquías que hoy dirigen nuestro mundo no están interesadas en ello y prefieren alimentar la deriva hacia el caos que se ha convertido en el centro del capitalismo senil. El caos de las burbujas que estallan, de las guerras que se desatan, de las expulsiones masivas de ciudadanos de sus países por el hambre o por la violencia, de la desigualdad y la explotación. La única alternativa al caos creciente y que amenaza con desbocarse, es alimentar ese proceso de transición con todas nuestras fuerzas, por escasas que creamos que sean.
- Creo que no puede hablarse de democracia plena si la sociedad no vive en igualdad y dignidad y se ha dinamitado( a mi modo de ver) esto último. ¿Qué nos podéis decir de las peticiones de la PAH y de la Iniciativa Legislativa Popular…?
-Todos los que hemos escrito en el libro y los fotógrafos, hemos cedido nuestros derechos de autor a la PAH de Vallecas. La editorial también va a ceder parte de los beneficios. Creo que eso deja clara nuestra posición, más allá de la pertenencia de varios de nosotros a grupos de vivienda o movimientos sociales. Estamos con la PAH y con el resto de grupos y plataformas por la vivienda, estamos con las luchas sociales. El nuestro no es un libro neutral, en el sentido vacío y mentiroso que le da a ese vocablo muchas veces elestablishment cultural o mediático. Es un libro riguroso y fundamentado, creo. Pero es también un acto de compromiso. De compromiso con las luchas reales y efectivas de las gentes de carne y hueso, no sólo con ideales utópicos o declaraciones abstractas. Tiene que ser entendido así.
-El asamblearismo, el 15M, el derecho a una vivienda digna…se han convertido en ingredientes, armas y proclamas con los que trabajar y reflexionar. ¿Qué nos podéis comentar?
-Ya lo he dicho, yo entiendo que la única alternativa al caos al que nos empuja un sistema desbocado y en plena senilidad es esa: el asambleísmo, la auto-organización popular, la movilización, la pedagogía transformadora, la recuperación de espacios y empresas devastados por la lógica neoliberal. Es el trabajo que nos toca aquí, ahora, si queremos estar comprometidos con el tiempo que nos ha tocado vivir, con la época en la que nuestros anhelos y nuestros proyectos tratan de desplegarse. Estar con lo común, con la cooperación frente al mando, con los dolores y las alegrías del pueblo, de ese nuevo mundo que está creciendo en este instante, en los poros y los intersticios de un mundo en mutación, en las barriadas, en las escuelas, en los centros de trabajo.
Tu casa no es tuya, es del banco. José Luis Carretero Miramar (coord.)
223 páginas
12,00 euros
Queimada
Crisis, desahucios, pobreza. Todas esas palabras se nos han vuelto familiares. Todos esos conceptos martillean nuestras conciencias desde el reflejo de la pantalla televisiva o desde la cruel realidad de los barrios en que vivimos. La gente está siendo desahuciada de sus casas, está siendo empujada a la más brutal exclusión social, a la miseria, a tener que recurrir a los bancos de alimentos. No toda la gente, por supuesto. También hay quien vive mucho mejor que antes. Y eso que antes ya vivía en el lujo y la opulencia
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JOSE LUIS CARRETERO MIRAMAR (coord.)
AUTORES
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