El siguiente artículo forma parte de un debate abierto en el "Periòdic l'Accent" sobre las teorías del decrecimiento. El debate se inició con una entrevista a dos miembros del Seminari d'Economia Crítica Taifa que se puede leer aquí (La Fàbrica). Posteriormente una miembro del colectivo "Entesa pel decreixement" replicó dicho artículo; se puede leer aquí (La Fàbrica).
Puede leerse la contraréplica en catalán aquí (Periòdic l'Accent nº137) y aquí (La Fàbrica)
y en castellano aquí (Rebelión)
A continuación lo ofrecemos en castellano:
La crisis económica y el decrecimiento
Lluís Rodríguez1
Siguiendo la amable invitación del periódico L’Accent desearía replicar a Laura Blanco en el marco del debate sobre el decrecimiento sostenible (Accent nº136, pág. 8).
Debo decir que comparto con Iván Gordillo (Accent nº135, pág. 8-9), la mayoría de los argumentos que utiliza a la hora de evidenciar la debilidad teórica y práctica del “decrecimiento sostenible”. De todas formas, creo que algunos de los planteamientos del decrecimiento son interesantes y conviene dar apoyo a estas y otras iniciativas ecologistas.
Tomando pues una perspectiva sindical y libertaria, por lo tanto anticapitalista, antiestatista y de defensa de la autogestión obrera, estoy en desacuerdo en algunos puntos con Laura Blanco. Es bastante probable que tengamos puntos en común con algunos de sus planteamientos, pero no con los que considero fundamentales.
Capitalistas o anticapitalistas
Desde la perspectiva del consumo (la demanda), la crítica realizada por los partidarios del decrecimiento es correcta y de hecho ya aparece hace muchos años, a principios del siglo XX, en Thorstein Veblen (1899)2 cuando critica el consumo ostentoso de la clase capitalista, que hoy en día se ha generalizado con el denominado consumismo. Esta crítica también aparece en Christian Cornélissen (1903)3 cuando plantea la necesidad de tener en cuenta el valor de uso social a la hora de priorizar un consumo de la sociedad u otro. Este valor de uso social, decidido por los trabajadores-consumidores, tiene que servir para priorizar el consumo de la sociedad tanto en distribución y cantidad de bienes (evitar el consumismo y el acaparamiento), como en tipo de bienes (alimentos y no armas). Desde la perspectiva de la producción (oferta) la aportación más interesante es la de Paul A. Baran (1957)4 con la idea del excedente económico potencial. La idea fundamental es que no es lo mismo para un desarrollo económico pensado para las personas, invertir el excedente en producir alimentos necesarios o invertirlo en producir armas o publicidad.
Con esto estamos de acuerdo. Ahora bien, la idea de decrecimiento sostenible considero que es imposible dentro el capitalismo y entiendo que sus partidarios tienen como mínimo un punto débil fundamental en la teoría y otro en la práctica:
1) Para mí las teorías del decrecimiento no explicitan que la fuerza fundamental de impulso del sistema capitalista es la acumulación de capital y el beneficio. En esta línea todos nosotros somos un poco cómplices al ser un sistema autoritario, que obliga a las personas a encuadrarse en empresas para vender su fuerza de trabajo y seguir la rueda. Existen también otros trabajadores intelectuales que lo justifican y lo fomentan, y diferentes cuadros técnicos y políticos que lo estabilizan. Por lo tanto este aspecto fundamental del capitalismo (crecimiento y beneficio), y la fuerza social que lo impulsa, es lo que en un momento dado pretenden parar los partidarios del decrecimiento. Toda esta fuerza social5, es la que se tiene que tener en cuenta cuando nos planteamos hacer una propuesta de acción. Toda esta fuerza social es la que se tiene que anular para poder pensar en decrecer dentro del capitalismo.
2) Por el que se refiere a la práctica, elemento posterior al del análisis de la situación, cómo ha dicho Laura “el decrecimiento propone romper con el centralismo y con la economía planificada desde arriba”. Esta propuesta que tranquilamente podría compartir como anarcosindicalista, se topa con la dura realidad para aplicarla. Para poder contrarrestar con garantías el impulso capitalista entiendo que se puede hacer desde arriba, desde el aparato del Estado y mediante partidos políticos revolucionarios o desde bajo, desde el núcleo duro que son las empresas, mediante sindicatos revolucionarios. Entiendo que decir esto obliga a tomar posición con tácticas y estrategias concretas, cosa que a veces no resulta demasiado cómodo. Es en este sentido que a la práctica, para conseguir un decrecimiento sostenible, a los partidarios del mismo les falta posicionarse con lo fundamental: escoger para la acción organizaciones políticas o sindicales revolucionarías que agrupen a una mayoría de trabajadores. Es la clase trabajadora quien mueve la economía, y es en definitiva quién puede cambiar su rumbo.
Crisis económica
Por definición una crisis económica en el capitalismo significa un descenso de la actividad económica. Esto implica decrecimiento del PIB, o crecimiento negativo como le gusta decir a los economistas burgueses. Un contexto como el actual en el Estado capitalista español, de crisis económica, es precisamente una representación del decrecimiento (no sostenible). El PIB cae provocando consecuencias sociales muy graves, como paro, pobreza, incluso depresiones y suicidios, y esto precisamente es algo bastante serio como para hacer un análisis correcto de las implicaciones que tiene este decrecimiento dentro del capitalismo.
La cuestión de todo ello es observar que el sistema económico capitalista es drogadicto: necesita el beneficio para sobrevivir de la misma manera que una persona enganchada necesita de la cocaína. Cuando en el sistema capitalista desaparecen la acumulación de capital y el beneficio, sea por sobreinversión o por subconsumo, la actividad económica cae y arrastra al eslabón más débil: la clase trabajadora.
Por lo tanto no podemos hablar de decrecimiento sin hablar de distribución de la renta, de cómo el sistema capitalista explota el trabajo asalariado y se enriquece cuando todo va bien, y de cómo hace pagar a los trabajadores las crisis económicas con paro y miseria. De cómo en definitiva los capitalistas, que tienen nombres y apellidos, privatizan beneficios y por otro lado, socializan pérdidas.
Así pues, también por esta evidencia que se llama crisis económica, considero que es imposible decrecer en el capitalismo. Esto implica que hace falta destruir el capitalismo y es necesario ir a una gestión de la economía a manos de la clase trabajadora, donde no sea el beneficio privado sino las necesidades sociales las que guíen la producción y que dentro de este esquema se puedan incorporar los límites que plantea el ecologismo. Me parece, pues, que las teorías del decrecimiento no solucionan la cuestión de la imprescindible destrucción del capitalismo y su sustitución por un sistema económico socialista autogestionario, y ni siquiera el cómo podríamos llegar a conseguirlo.
Apuntes finales
Estoy bastante de acuerdo con los objetivos que plantea l’Entesa pel decreixement, pero no veo cómo se quiere conseguir sin un análisis de fondo del capitalismo y sin organizaciones políticas o sindicales revolucionarías. En consecuencia, no sé cómo se quiere conseguir sin la destrucción del sistema capitalista. Un movimiento social ecologista no sobra, no quiero que se me entienda mal, ahora bien, me parece bastante evidente que a estas alturas de la película, hacen falta organizaciones que agrupen a una mayoría de la población si realmente se quiere parar la destrucción de la naturaleza y de las personas por parte del sistema capitalista.
Por último decir que apuesto firmemente por un desarrollo económico en base a la satisfacción de las necesidades básicas, tanto aquí como en los países empobrecidos, mediante un modelo de gestión de la economía basado en la autogestión obrera y la planificación social. El camino para implementarlo está iniciado.
1 Miembro del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA) en Barcelona. http://iceautogestion.org
2 Veblen, T (1899). Teoría de la clase ociosa. Alianza. 2004.
3 Cornélissen, Ch (1903). Théorie de la valeur. Refutation des théories de Rodbertus, Karl Marx, Stanley Jevons & Boehm-Bawerk. 2eme Edition. New York, Burt Franklin. 1970.
4 Baran, P. A (1957). La economía política del crecimiento. Fondo de Cultura Económica. 1975.
5 Empresarios, trabajadores manuales, trabajadores técnicos e intelectuales, los políticos, etc.