"La autogestión viva" en libre descarga

 

Aunque el término autogestión se ha extendido entre nosotros de forma relativamente reciente -hay quien habla al respecto de un legado, principal, del mayo francés de 1968-lo cierto es que la presencia del concepto correspondiente es muy antigua. Basta con echar una ojeada, y es un ejemplo entre muchos, a las resoluciones de los sucesivos congresos celebrados por la CNT antes de la guerra civil para percatarse de que la idea en cuestión ya estaba presente, y claramente, allí. Y lo estaba de la mano de una apuesta en la que se daban cita la defensa de la democracia y la acción directas, la de la no delegación y la de la coordinación desde abajo, en un marco de reivindicación de la desmercantilización de las relaciones y de contestación cabal del capitalismo, lejos del Estado y de sus tentáculos.

 

Así las cosas, no puede dejar de sorprender la dramática pérdida de eco de los proyectos autogestionarios que caracteriza la situación actual entre nosotros. Recuerdo que no hace mucho, en un acto público, un asistente me preguntó qué era eso de la autogestión, no sin agregar que intuía que se trataba de una forma más de dirección empresarial. Obligado estoy a subrayar, también, que la propuesta correspondiente falta llamativamente en los programas de los partidos, unas veces -supongo- de resultas del acatamiento del sistema de representación-delegación, otras por entronización de la institución Estado, que debería ser copada a través de alguna suerte de golpe o revolución; en los hechos siempre parece sobreentenderse que los problemas los habrán de resolver otros, desde arriba, desde su presunta sabiduría.

 

Para cerrar el círculo, nada más lamentable que la desaparición de cualquier huella autogestionaria en el mundo de nuestros sindicatos mayoritarios, que luego de disponer de centenares de miles de afiliados, y de recursos ingentes, no han sido capaces de perfilar otro proyecto de ese cariz que el que aporta una modesta agencia de viajes. Qué diferencia con respecto a lo que sucedía antes de la guerra civil, cuando de mil maneras diferentes la autogestión florecía, y lo hacía no sólo en el mundo libertario


De todo esto, y de mucho más, nos habla el libro de José Luis Carretero que el lector tiene en sus manos. En sus páginas encontrará una consideración teórica de lo que es la autogestión, un amplio repertorio de experiencias prácticas desplegadas, en el medio urbano como en el rural, en los órdenes más dispares, una adecuada consideración de los antecedentes de los actuales espacios de autonomía o, para que nada falte, y también, un recordatorio del relieve alcanzado por las iniciativas autogestionarias en otros lugares del planeta. Me parece, por añadidura, que el libro de José Luis tiene una singular actualidad en un momento como éste en el que se antoja urgente buscar alternativas frente a la crisis. Al respecto el texto combina de manera inteligente el pasado y el presente, hace uso de una notable capacidad de pedagogía y de síntesis, proporciona una información práctica sobre cómo desplegar proyectos autogestionarios y en modo alguno elude, en fin, la consideración de los problemas -la eventual gestación de pequeñas instancias aisladas, el riesgo de reproducción de la lógica del sistema o la necesidad acuciante de expandir las redes y de mantener una confrontación activa con el sistema- que aquéllos acarrean.


Debo subrayar, y acabo, que a mi entender la necesidad y la actualidad de la autogestión no se fundamentan tanto, que también, en los argumentos que el pasado puede proporcionarnos al respecto como en la conciencia de lo que se nos echa encima. Hablo de la corrosión terminal del capitalismo y de la perspectiva acuciante del colapso: una y otra reclaman del concurso de la autogestión, en su doble condición de objetivo y de método, y en su calidad de proyecto que hace frente de manera cabal a las miserias que han arrastrado la socialdemocracia y el leninismo. A duras penas puede ser casualidad que, de manera en buena medida espontánea, un movimiento como el del 15 de mayo haya abrazado, en buena parte de sus asambleas populares, una apuesta consistente en provecho de la construcción de espacios autónomos como los que ejemplifican los grupos de consumo, las cooperativas integrales, las ecoaldeas, las formas de banca ética y social o, en fin, y por dejarlo ahí, el incipiente movimiento de trabajadores que, en régimen autogestionario-cooperativo, se hacen con la dirección de empresas que están al borde de la quiebra. Creo que esa defensa de espacios autogestionados y desmercantilizados es mucho más inteligente que la que aportan quienes, a estas alturas, siguen esperando de partidos, parlamentos e instituciones una respuesta creíble a nuestros problemas.


Introducción al libro por Carlos Taibo

El enlace para la descarga:

 

http://www.queimadaediciones.es/cat%C3%A1logo/colecci%C3%B3n-fuera-de-quicio/la-autogesti%C3%B3n-viva/