Silvina, una profesora en paro llegada de España para trabajar en Amazon, abre el reportaje que sobrecogió Alemania la semana pasada. “¿Qué pasa si llega tarde?”, le pregunta el reportero de la televisión pública Hesse HR. En un alemán con acento del sur, Silvina explica que les “pagarán menos, porque el reloj detectará el retraso”. Se dirigen a los almacenes de la multinacional Amazon en Bad Hersfeld, en el land occidental de Hesse, a cumplir con el turno de noche que empieza a las 12. Las prisas por coger un autobús que tardará 45 minutos en llevar a su destino a los trabajadores temporales llegados de otros países son lo más amable de la media hora de metraje que muestra las malas condiciones de vida y de trabajo que sufren los empleados de empresas subcontratadas por Amazon en Alemania.
Llegan con la promesa de un puesto de trabajo seguro en una multinacional de la venta por Internet, nada sospechoso. La residencia y la comida van incluidas. María y José, que también proceden de España aunque hablan con un acento que parece latinoamericano, creyeron que venían a Alemania para trabajar directamente en Amazon, una empresa mundial de buena reputación. Pero era un cebo: pocos días antes de llegar recibieron un mail de la empresa. “No podemos ofrecerles un contrato directo con Amazon”. Será en cambio con la empresa de trabajo temporal Trenkwalder, que les asegura que disfrutarán del mismo sueldo que en principio ofrece Amazon. Aceptaron. Pero una vez llegados a Bad Hersfeld, cuentan, se enteraron de que ganarían sustancialmente menos de lo que esperaban. Un 12%. El contrato era en alemán, así que no lo entendían. En España les habían explicado que el idioma no sería una condición para trabajar en su nuevo puesto.
La empresa CoCo Job Touristik se encargaría de su alojamiento en hoteles de vacaciones o campamentos veraniegos con poca clientela. Sus dueños están contentos de que les lleguen estos huéspedes pagados por Amazon. El reportaje muestra unas residencias aceptables, pero demasiado llenas: 6 personas que no se conocen de nada vivirán en menos de 80 metros cuadrados. Tienen que compartir habitación. Amazon anunció el martes que ya no colaborará más con esta empresa. No es la única.
El personal de seguridad en la residencia de los trabajadores pertenece a otra compañía, llamada Hensel European Security Services o HESS, como el apellido del gerifalte nazi y amigo de Hitler, Rudolf Hess. Sus gorilas llevan ropa de la marca alemana Thor Steinar, una de las favoritas de los neonazis, con peinados y actitudes a juego. Hace años que Amazon no vende prendas de Thor Steinar para evitar el desprestigio de vender parafernalia nazi. Los trabajadores temporales explican que se sienten amenazados por ellos y que les controlan incluso los bolsos, para que no se lleven comida de la cantina. También vigilan sus residencias privadas, incluso sus dormitorios: “siempre están allí”, dice Silvina. Capataces neonazis que, según el testimonio de otra trabajadora, se arrogan la categoría de “policía” paralela.
El documental muestra sin lugar a dudas cómo estos grupos paramilitares detienen a los reporteros en la puerta de la habitación del hotel donde residen junto a grupos de trabajadores de Amazon. Les han visto grabar alguna escena y tienen que salir escoltados por la policía. Estos días, un hombre ha estado llamando a diferentes medios nacionales e internacionales como abogado de la empresa de seguridad Hess, amenazando con demandar a quien mencionara este nombre en relación con el escándalo provocado por el reportaje que emitió la cadena ARD para toda Alemania. Amazon explica canceló su colaboración con la empresa “de forma inmediata”. Han tardado casi una semana.
El abogado del sindicato Verdi Heiner Reimann explica que Amazon se aprovechan de que los trabajadores temporales extranjeros “carecen, de facto, de derechos laborales” en Alemania.
La ministra de Trabajo Ursula von der Leyen, de la Unión Demócrata Cristiana de Angela Merkel (CDU) se sumó el domingo al debate público pidiendo a Amazon que aclare “tan pronto como sea posible” las condiciones de trabajo que ofrece a sus empleados subcontratados.
La división alemana de Amazon está en el punto de mira de la política y la opinión pública en un país muy crítico, pero últimamente entregado a la autocomplacencia y a las comparaciones favorables con el “capitalismo anglosajón”. Casi cuatro millones ya han visto el reportaje, dos en la televisión y casi otros tantos por Internet. Ha tocado una fibra muy sensible en la patria del capitalismo renano. En las redes sociales arrecian las críticas y las llamadas al boicot de Amazon, que recientemente abrió su filial española.
Pero muchos analistas ya señalan que esta situación es posible por los dramáticos recortes de gasto público en los países europeos socios de Alemania, que generan paro y necesidad en los lugares más afectados por la crisis, así como por la dilución de los derechos laborales alemanes durante los últimos tres lutros. Amazon, como titulaba una pieza de opinión en el prestigioso Süddeutsche Zeitung, “somos nosotros”.