Y la nueva sociedad, ¿para cuándo?

 

Leo en ‘Regeneración’ las ideas del Workers Solidarity Movement irlandés acerca del “papel de la organización anarquista” (1).

El primer punto parecería obvio: “Popularizar la idea de que una sociedad anarquista es deseable y alcanzable si mucha gente se organizase por ello”.

Es evidente que si una determinada corriente es tal porque comparte un determinado objetivo, en este caso un determinado tipo de sociedad, una de sus tareas básicas sería explicar, del modo más convincente posible, cómo funcionaría esa sociedad, así cómo explicar cómo podríamos llegar a ella. En la práctica, ¿es esto tan obvio?
Quizá habría que responder que no, observando los discursos de los sectores más radicales de la política de hoy en día. ¿Quién está defendiendo un nuevo tipo de sociedad? ¿Dónde la está explicando? No abundan los ejemplos. Si el anarquismo, o en general el socialismo, se definen precisamente por sus fines, es fácil pensar que hoy prácticamente no existen. Quienes asumimos los términos nos solemos quedar en eslóganes con más o menos contenido o en las prácticas cotidianas, que son imprescindibles pero no revolucionarias si no tienen una finalidad, si no forman parte de una estrategia.

Posiblemente una de las razones de esta situación es que ni los mismos supuestos defensores de la nueva sociedad se creen sus posibilidades, viven en la derrota continua aunque se siguen aferrando a las etiquetas. ¿Quién no conoce coletillas típicas de nuestro ámbito como “la gente no está preparada para una revolución”, “nuestras propuestas son a largo plazo”, etc.? ¿Se imagina alguien que Fanelli hubiera visitado España con este discurso? Anselmo Lorenzo y sus compañeros habrían salido corriendo.

Veamos: si la gente no está preparada para una propuesta política, si esta idea no es adecuada para 2014 sino para 2182, ¿qué sentido tiene hacer esa propuesta? Las propuestas políticas tienen que ser convincentes y actuales, si no corren el riesgo de ser consideradas mera pose o, peor, ciencia-ficción.

Nuestra propuesta de sociedad, de democracia en sentido estricto, de empresas y comunidades gestionadas de abajo hacia arriba por los trabajadores y trabajadoras, es para hoy, no para dentro de tres siglos. Esto no significa tomar las armas mañana por la mañana y estar cinco minutos después en la cárcel, sino elaborar y precisar cuál es nuestra propuesta de sociedad, para a continuación elaborar una estrategia para alcanzarla.


Por Eduardo Pérez de ICEA Madrid