El profesor Yanis Varoufakis, de la Universidad Nacional de Atenas, escribe en su blog un artículo (en inglés) como respuesta a unas críticas planteadas por uno de los editores de la revista de socio-economía Science & Society. Varoufakis explica por qué Keynes todavía es válido para explicar algunos fenómenos socio-económicos donde la teoría Marxista tiene ciertas lagunas.
El siguiente artículo, con el titulo "On Keynes, Marx and the value of models at a time of Crisis: A reply to David Laibman", Varoufakis defiende algunos aspectos de la teoría Keynesiana en contraposción a la teoría Marxista ortodoxa. El problema es secillo. En una situación como la actual, donde la crisis económica es profunda y además persistente, Varoufakis argumenta a favor de Keynes cuando éste hizo incapié en que una economía de libre mercado muchas veces encuentra imposible el salir del bache por su propio pie. Este argumento está más desarrollado en otro artículo suyo, en el presente se limita a resumirlo.
Básicamente el problema se puede resumir en el concepto del "animal spirit" (espíritu animal) que los empresarios y capitalistas poseen. En un momento de estabilidad o expansión económica, los capitalistas tienden a invertir en proyectos con el afán de poder generar y acumular beneficios en el futuro. Invierten capital en proyectos de los cuales no tienen seguridad que vayan a serles totalmente rentables porque la realidad es incierta. Pese a la inexactitud, aquellos que quieren (y pueden) invertir en proyectos económicos hacen sus propios cálculos para hacerse a la idea de cómo los demás agentes sociales actuarán en el futuro, desarrollando cada cual diferentes estrategias según sus propias lucubraciones. O en otras palabras, los capitalistas intentan calcular cuál será la opinión general (media) de la sociedad e intentarán aprovecharse de ella. ¿Pero qué es la sociedad si no una suma de individuos? Este argumento postulado por Keynes, adquiere mucha fuerza en una situación de crisis. Cuando la inseguridad reina, ésta hace dudar a los empresarios, y calcular qué es lo que la "persona media" querrá y podrá comprar en el futuro se hace imposible. Por lo que la perspectiva de beneficios del empresario en el futuro se ve reducida a la nada, y en consecuencia también la del resto de empresarios en una espiral creciente. El libre mercado se convierte en su propio enemigo debido a una ausencia generalizada de expectativas de beneficios futuros.
Al contrario de esta incapacidad generalizada, Marx entendía al empresario como una figura autómata que no podía actuar de otra forma más que en la de generar y acumular riqueza. La competición es voraz y el deseo de acumular beneficios para revalorizar el capital lo son más. Por lo que en cualquier momento, ya sea de crisis o de bonanza y pese a que Marx permite cierto espacio ante la duda y el pesimismo, en general el capitalista responderá de la misma forma: invirtiendo en proyectos que reduzcan los costes de producción, aumenten la capacidad de venta, o en general, aumenten el plus-valor expropiado al trabajador. La respuesta del empresario para Marx es siempre la de expandirse, como si de un virus se tratara. En este caso, incluso las crisis pueden reforzar al sistema capitalista porque el capital anteriormente invertido se devalúa y los costes de los factores de producción (como el trabajo) se ven recortados, permitiendo al capital revalorizarse con mayor facilidad.
Es en esta diferente concepción de cómo el empresario puede responder ante la crisis donde Varoufakis defiende a Keynes en vez de a Marx. Pese a todo, Varoufakis concluye el artículo defendiendo la capacidad de la teoría Marxista para explicar las dinámicas inherentes del sistema económico capitalista.
Para aquellos lectores que esten interesados en este debate de teoría (y realidad) económica y puedan leer en inglés, les recomendamos su lectura.