Siguiendo la frase de que el capitalismo no es, sinó que ha sucedido, la dinámica de relación de fuerza entre clases, y su incardinación en el concepto mismo de la educación permite hablar de varias fases históricas, en el que se diferencian diversas posturas, ya sean las del conservadurismo liberal, obrero, e incluso una postura intermedia entre ambas.
La etapa posterior a la segunda guerra mundial, adoptará la postura de que la educación debe ir pareja a una sociedad tecnificada, de trabajadores debidamente cualificados. En este sentido la preparación de los trabajadores para el sistema productivo obligará a implementar un tipo de educación universal, que también entrará como parte de esa carta de ciudadanía, juntamente con el trabajo asalariado bien remunerado y con condiciones a raíz del pacto de rentas (estado del bienestar), así como el acceso a la cultura y la educación.
En la etapa actual el concepto de formación supondrá un nuevo equilibrio, que rompe con el anterior, pues implica una transformación profunda del sistema educativo, donde aparecen nuevas variables como las operaciones de financiarización (en países como en EEUU), la acumulación por desposesión entorno a la educación (quiebra del sistema público), y la aparición en consonancia con la precariedad en el trabajo de zonas grises (el Derecho del Trabajo no se aplica absolutamente), donde la educación se establece como paradigma tecnológico, superficial, discontínuo basado en las nuevas tecnologías y menos en el conocimiento humanista.
Los certificados de profesionalidad, las becas realizadas en las empresas referenciadas con el IPREM, el contrato para la formación y el aprendizaje (RL 2012), realizables hasta los 25 o 30 años , la introducción de la Formacion Profesional Dual (UE) donde no hay aplicación legal estructurada, que permite a las empresas disponer a precio de saldo nuevos yacimientos de trabajadores son los ejemplos más claros de dicha mutación.
Frente a la dinámica imperante de venderse como una marca, donde cada cual defiende su producto (más formación, más sobreexplotación) en el mercado de trabajo se impone la necesidad lógica de hacer piña entre todas y solidarizarnos con el mundo de la educación desde la perspectiva de resistencia al capitalismo.
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Jose Luis Carretero Miramar
Profesor de Formación Laboral