El 15 de junio de 2011, cuando miles de personas protestaban contra los recortes de la Generalitat de Catalunya ante el Parlament, Ciro MoralesRodríguez, de 32 años (@CiroMorod), "rodeó a un representante político [Ernest Maragall] al tiempo que, con las manos abiertas y los brazos en alto, coreaba el lema de la manifestación". Ese gesto, descrito así en la sentencia del Supremo, puede costarle tres años de cárcel. El alto tribunal entiende que Morales es autor, junto con otras siete personas, de un delito contra las instituciones del Estado y anula así la sentencia de la Audiencia Nacional queabsolvió a 19 implicados por no encontrar pruebas de que fueran los autores de los actos delictivos que se produjeron durante la protesta.
El Supremo se sirve del artículo 498 del Código Penal, que contempla penas de prisión de tres a cinco años a quienes empleen la fuerza, violencia, intimidación o amenaza grave para impedir una sesión parlamentaria. Este artículo, muy controvertido porque considera a una persona responsable de los actos que cometa la masa en la que participe, fue importado por el franquismo de la legislación nazi.
¿Qué pasó el 15 de junio de 2011?
Aquel día no pasó prácticamente nada. Ejercimos nuestro derecho a la crítica, a la manifestación. Es verdad que el clima era intimidatorio [como describe la sentencia del Supremo]. Que varias personas formen un corrillo orquestado por los Mossos d'Esquadra y Felip Puig [entonces conseller de Interior] para que pasen 30 políticos entre miles de manifestantes que reclaman justicia por los recortes genera un cierto clima agresivo.
¿Qué hizo usted?
A mí me piden tres años por levantar los brazos y gritar a la espalda de Ernest Maragall [entonces conseller de Educación]. Los hechos probados son que yo estoy siempre a su espalda, con los brazos en alto y gritando. De manera que yo no puedo estar impidiendo la entrada de un parlamentario si estoy siempre detrás. También se demostró que José María Vázquez Moreno [condenado finalmente por una falta de daños al pintar con trazos negros la chaqueta de Montserrat Tura] no impidió la entrada de la diputada en el Parlament. De hecho, Tura se dio cuenta de que tenía la gabardina pintada una vez dentro.
¿Por qué cree que le han condenado entonces?
Es una cuestión política. No pueden quedar impunes unos hechos en los que la población toma conciencia y acude a la puerta del trabajo de los políticos, donde se supone que está la soberanía nacional. No pueden permitir el empoderamiento popular porque si no, se les acaba el chollo.
¿Cómo ha recibido la sentencia del Supremo?
Con sorpresa y estupefacción. Es un despropósito. La sentencia no se basa en hechos probados. El Supremo podría llegar a anular la sentencia de la Audiencia Nacional, pero es tremendamente bizarro que, sin haber vivido el juicio, pueda condenar. No han escuchado a los abogados ni a la Fiscalía, no sé en qué se basa la sentencia del Supremo. Es inaudito lo que está sucediendo.
¿Qué pasos van a dar usted y sus compañeros a partir de ahora?
Recurriremos al Tribunal Constitucional y cruzaremos los dedos para que la Audiencia y el Constitucional impidan el ingreso en prisión hasta la respuesta a este recurso.
¿Cómo ha vivido estos cinco años?
Con mucho cansancio. Somos un grupo de 20 personas que no nos conocíamos porque procedemos de culturas militantes diferentes y es duro que la historia acabe así después de habérnosla tomado como una clara victoria, que es lo que fue. Sin embargo, yo me encuentro fuerte porque llevo muchos años en la militancia, en el movimiento libertario y muy cercano al movimiento okupa de Barcelona. Mi reacción ahora mismo es empoderarme y fortalecerme sabiendo que puede pasar cualquier cosa, incluso lo peor.
Este sábado a las 19.00 horas hay convocada una manifestación en la plaça Universitat de Barcelona en contra de la sentencia. ¿Qué esperan de esta movilización?
Esperamos que sea lo más unitaria posible porque hemos hablado con asociaciones de todo tipo, con las mareas, con los sindicatos, con el movimiento libertario... Ese 15 de junio de 2011 fuimos miles y somos miles los que seguimos protestando ahora. Además, cuanto más activa esté la calle, más dudas tendrá la Audiencia Nacional para mandarnos a la cárcel.
Entrevista publicada en Publico