El papel de los sindicatos en estos momentos de crisis económica, se sitúa ya en una posición de pura supervivencia por la desafección creciente de los trabajadores, y la prepotencia de una patronal y Estado fuerte que arranca sin tapujos cualquier tipo de barreras que pongan aunque sea mínimamente cierto límite a sus pretensiones de desregularizar al máximo un mercado laboral desorganizado y en estado de sometimiento a una devaluación interna de sus vidas.
Los motivos son varios, por un lado la profunda reestructuración en el ámbito del mercado laboral incrementando la segmentación laboral, que ha dualizado a los trabajadores en fijos (insiders) por un lado y los precarios por otro (outsiders), dando preeminencia el sindicalismo de concertación a los primeros ahondando en el proceso división.
Las excesivas actitudes burocráticas del sindicalismo de concertación, su incardinación dentro de las economías capitalistas como agentes reguladores del mercado laboral, su papel institucionalizado han forjado un importante descrédito y falta de representatividad que han mermado fuertemente sus bases, poniendo a los sindicatos en una tesitura que solo les deja la opción de abrirse a sus bases forzando la movilización contínua o seguir jugando en el terreno de la concertación que se hunde, en el mismo momento actual en el que para los Estados ya no es necesario ese esquema que tanto les ha servido en tiempos anteriores.
