Lecciones del Greekpolitik

Por Victor Mendez

Decía el alemán Marx aquello de que a cada base económica le corresponde una superestructura, que podríamos malamente traducir como que la economía manda en la política. Tampoco se trata de hacer un fetiche del axioma ni de dilucidar si fue antes el huevo o la gallina, pero no conviene perder de vista que el esquema se ha cotejado históricamente en no pocas ocasiones. La economía dirigida occidental se sustenta sobre el monopolio del dinero, en nuestro caso orquestado desde el BCE, que tiene un carácter privado para defender los intereses del oligopolio financiero y un carácter público a la hora de asumir los costes de sus insostenibles fundamentos de adicción a la deuda. El horizonte de los próceres es una única moneda para gobernar la Tierra. Liberalismo es lo que se le aplica al enemigo, la UE, de amiguetes para dentro, es un sistema comunista para ricos, una pura entelequia cuya función ontológica es la de un club al servicio de las élites transnacionales.

 

Leo en la prensa que el Parlamento griego reprocha a Tsipras que no tuviera un plan B si Alemania les ofrecía puerta. A mis ojos lo erróneo era pretender que la política pasara por encima de la economía de los amos, que además juegan con las cartas marcadas. Este es un error que no cometen los prescindibles que sólo son correa de transmisión, claro está. Las clases populares pueden llegar a articular un contrapoder al delirante proceso de automatización-centralización, pero humildemente pienso, que deberían revisar las estrategias y a partir de ahí tácticas y acciones. Leo que dice Tsipras, que si en España ganan fuerzas parecidas a Syriza entonces Europa puede cambiar. Desde luego, con similares estrategias se obtendrán similares resultados. Para evitar repetidas humillaciones y derrotas, el poder popular debería potenciar la vertiente económica de sus estrategias. La lección del caso griego es, por si había alguna duda, certificar como se las gastan la UE-BCE-FMI y el resto del amiguetes club.

Al enemigo hay que darle a probar de su propia medicina. En el febril mundo de las finanzas existe una cosa llamada liquidación de activos, que cuando se aplica a escala de manera fulminante y sigilosa, se convierte en una poderosa arma de destrucción, donde todos pierden, pero quien dispara primero queda en una mejor posición relativa. Una operación de este tipo a nivel Estado exige que los servicios financieros se encuentren en sus puestos y los canales con los broker despejados. La hipótesis de trabajo es la liquidación fulminante de activos financieros emitidos en Euros y en propiedad de cualquier institución del Estado -fundamentalmente reservas de dinero pero también valores no líquidos, futuros-. Estos activos deberán ser convertidos a valores en otras divisas siguiendo un esquema de cesta de monedas con dólar, rublo, yuan, real... además de otros activos refugio como oro y activos no puramente financieros con buenas expectativas en un entorno de crash, como por ejemplo ciertas materias primas. Este primer paso dura no más de un jornada, lo que tardan los mercados en percatarse de lo que realmente está sucediendo. Con las alarmas sonado, el Estado se declara en quiebra por deuda impagable y aplica restricciones bancarias. Se activa una moneda nacional de transición, una moneda ad-hoc para esta operación. En un entorno de emergencia internacional, se comienza la expropiación de los bancos que recibieran ayudas del Estado. A continuación, si las partes lo desean, entonces se sientan a negociar. El paquete de negociación puede incluir acuerdos de divisa a efectos comerciales y canje de la deuda a una nueva moneda. El Euro de amiguetes club puede quedar para transacciones comerciales internacionales, pero no sirve al poder popular y nunca lo hará. Aquí no hay plan B porque no se espera nada de la otra parte.

 

Queda en el tintero el diseño del nuevo sistema financiero que a mi entender pasa por el desmantelamiento del monopolio del Banco Central como emisor de moneda, de poco sirve un BC al servicio de otro club más pequeño. La función más importante del BC sería la reserva de divisa y activos para transacciones import-export. Liberalizar la emisión de moneda significa ir a un esquema de banca popular, en la que cada banco emite moneda en función de sus activos líquidos por abajo en vez de en función de la deuda de un BC por arriba. Las nuevas tecnologías al servicio de un diseño racional, permiten transacciones interbancarias y multimoneda; también articular los mecanismos de regulación, transparencia y garantías, así como otras necesidades operativas, todo ello en tiempo real, si me apuran desde el teléfono móvil.