Son muchas las voces que hasta ahora han venido clamando contra las políticas de austeridad que están minando pilares del estado del bienestar tan fundamentales como la sanidad pública. El investigador experto en economía de la salud David Stuckler, junto al epidemiólogoSanjay Basu, ha recopilado y analizado durante una década los datos que prueban –de manera fehaciente y contrastada- que todas esas sospechas e intuiciones sobre lo pernicioso de recortar eranabsolutamente ciertas. No solo eso. No es que la austeridad sea simplemente negativa: es que directamente, acaba con la vida de las personas.
En la presentación en Madrid del esclarecedor y a la vez sencillo libro que ambos autores acaban de publicar sobre la cuestión,Por qué la austeridad mata (Taurus), Stuckler aprovechó para reunirse con una decena de representantes de diferentes colectivos y movimientos sociales que en España están luchando por defender y reconducir terrenos como la economía o la sanidad. Portavoces del sindicato de CAS (la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad de Madrid), delInstituto de ciencias económicas y de la autogestión, de Yo SÍ sanidad universal, del Grupo de Economía de la Asamblea del 15-M, de la Fundación Salud por derecho, un politólogo… se sentaron con el investigador -que ha escrito más de 90 artículos para publicaciones científicas- para debatir sobre la coyuntura de un país en el que, a causa de las crecientes medidas de austeridad, sobrevuela la amenaza de un grave peligro para la salud pública y, por tanto, de un mayúsculo desastre social.
El resultado de sus pesquisas, explicó Stuckler, ha llevado a ambos autores a extraer una clara conclusión: “Las recesiones son neutrales para la salud, el peligro son las decisiones que toman los políticos”. Casos como el de la Gran Depresión que se desató a finales de los años veinte, ilustró el investigador, llevaron incluso a una caída del 10% de la mortalidad: “Por ejemplo, porque al no tener dinero, la gente dejó de coger el coche, y se redujeron las muertes en carretera”.El problema llegó a la hora de aplicar las recetas para el crecimiento: mientras que ciertos estados de EEUU abrazaron la inyección del New Deal, otros prefirieron apretarse el cinturón. Y fueron estos últimos los que resultaron perdedores en la carrera por la recuperación, debido a que en condiciones de precariedad, aumentan las tasas de suicidio, de alcoholismo, de enfermedades coronarias y de otras epidemias, como la depresión.
“La comparación hoy está entre Grecia e Islandia: en Grecia la sanidad ha sufrido desde 2010 un recorte del 40%, lo que ha provocado un ascenso del VIH hasta el doble de las cifras anteriores, han brotado enfermedades como la malaria, que estaba controlada desde los setenta, empresas farmacéuticas han abandonado el país, por lo que ahora hay más de 200 medicamentos no disponibles, y se ha disparado el consumo de una droga llamada Sisa (un derivado de la metanfetamina)”, relató Stuckler, que enfatizó la idea de que al final, resultará más caro controlar esas enfermedades que haberlas prevenido en su momento. “Islandia, que vivió el peor derrumbe bancario de la historia, vio cómo su ministro de Sanidad dimitía en protesta por los recortes y cómo el presidente convocaba un referéndum para saber qué soluciones quería la población. Un 93% de los islandeses votaron 'no' al rescate, y a partir de ahí no se registró ningún ascenso en los suicidios o la depresión. Esto demuestra que una crisis no tiene por qué llevar necesariamente a un desastre para la salud pública”.
Ante el despliegue de información de Stuckler, los participantes españoles –todos, en realidad, muy de acuerdo con lo que se afirmaba-, se mostraron ante todo sorprendidos por cómo había podido acceder el investigador a las cifras que se presentan en el libro, dada la tremenda opacidad que existe aquí. “Trabajo con el observatorio europeo de sistemas de la salud, que a su vez trabaja con la OMS”, contó el autor, que ha estudiado profundamente la situación en España, el país con el que arranca el relato de su libro. “Bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, la deuda sobre el PIB ha ido subiendo, por lo que no es creíble que sus medidas estén ayudando. Los recientes recortes están haciendo aumentar la deuda”, afirmó el investigador, que puso sobre la mesa los datos del coste de determinadas decisiones políticas: "Por cada euro invertido en salud, educación y protección social, se da un retorno sobre la inversión de tres euros, mientras que las inversiones en defensa o en rescates bancarios a veces pueden tener incluso un valor negativo, llegando a provocar déficit".
Entonces, ¿por qué se siguen dando hachazos a diestro y siniestro, se llevan adelante cada vez más privatizaciones y se insiste en salvar a los bancos frente a las personas? “¿Qué otra razón puede haber más que la ideología?”, respondió Stuckler. “Los políticos usan la crisis como una oportunidad para privatizar, y además hay relaciones políticas muy complejas en Berlín y Bruselas”. Como ejemplo concreto de las consecuencias de la funesta gestión en España, Stuckler se valió del caso de Cataluña, que comenzó a privatizar sus hospitales en 2011, antes que otras Comunidades. “Desde entonces las listas de espera han aumentado un 45%, y las operaciones quirúrgicas se han reducido en un 15%”, ilustró Stuckler, que también sacó a colación otros países que han privatizado sus servicios sanitarios, como Reino Unido o Australia. "Allí la iniciativa ha sido un desastre: al final sale más caro, porque han tenido que rescatar a hospitales, y los contratos en Reino Unido tienen unos intereses tan altos que cuesta más pagarlos, hasta el punto que algunos hospitales han cerrado".
Dado que el grueso de los recortes en España se ha comenzado a aplicar unos dos años después que en Grecia, no resulta complicado imaginar dónde podríamos terminar una vez transcurrido ese periodo de tiempo. "Es casi inevitable", aseguró Stuckler. “Ya ha habido más de 400 suicidios, y están aumentando los niveles de alcoholismo, especialmente entre las mujeres. Además, como consecuencia del copago, ya hay 180.000 personas que afirman tener una falta de atención sanitaria”. Y eso dejando de lado factores sociológicos como el ascenso del grupo neonazi griego Amanecer Dorado, que recuerda al auge de los fascismos el siglo pasado, ocurrido precisamente tras una crisis: "Y la historia suele estar condenada a repetirse".
Sobre los posibles remedios ante una situación que ya ha sobrepasado el límite de lo preocupante, y dado el grado de compenetración de todos los participantes en el debate, Stuckler instó a la unión por una causa común. "Hace falta que las movilizaciones sociales cristalicen en propuestas", apuntó, para concluir que "si la austeridad fuera un ensayo clínico, se habría parado por sus efectos secundarios mortíferos".