Último artículo de José Luis Carretero sobre las crecientes protestas en Francia de los "Chalecos amarillos" publicado en la revistacrisis.
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La clase obrera ha hecho también su aparición en este drama: estudiantes, sindicatos como la Confederación General del Trabajo (CGT) y Fuera Obrera (FO), enfermeros, etc. Diversos sectores se suman día a día a la movilización en un gigantesco pulso a un Macron que ya ha empezado a ceder suspendiendo la subida de los carburantes, aunque también amenaza con la deriva autoritaria de un estado de excepción que limite los derechos civiles.
La movilización, por su parte, es amplia y transversal. Agrupa a multitud de colectivos y capas sociales. Y, de momento, no ha podido ser hegemonizada por ningún partido político o grupo organizado, ni domesticada por la capacidad de convertir en referentes a los individuos más susceptibles por parte de los medios de comunicación. La participación de los ultraderechistas es real en el movimiento, y Marine Le Pen prontamente se mostró abierta a sus reivindicaciones en su lectura más demagógica, pero dista mucho de ser una hegemonía articulada. El campo movilizado es amplio, y la pluralidad ideológica y territorial de los manifestantes es igual de amplia. Incluso algunas asambleas locales del movimiento han presentado propuestas de corte cuasi-libertario, reclamando una nueva institucionalidad basada en la democracia directa. Una vez más, las luchas sociales reales desafían a la cuadriculada mente de la izquierda dogmática. Las masas son plurales, diversas, ambiguas, incluso contradictorias. Y actúan con una radicalidad inasible para los manuales de quienes quieren interpretar el mundo según los textos y no como es materialmente.
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