Entrevista a Robin Hahnel: "la economía participativa es una necesidad"

Hablamos con Robin Hahnel, economista radical y activista político en Washington, sobre modelos económicos útiles para escapar del capitalismo.

 

Esta entrevista se realizó en el marco de las jornadas organizadas en Abril de 2010 por la CNT-AIT, en conmemoración del CeNTenario de la central anarcosindical. Las jornadas tituladas "Alternativas al capitalismo: la autogestión a debate" se celebraron en Barcelona tratando multiples aspectos de las alternativas al capitalismo en términos  programáticos, organizativos y de sistemas economicos y sociales en clave libertaria.

 

Periódico Diagonal 

 

DIAGONAL: ¿Podrías definirnos las ideas que, junto a Michael Albert, has desarrollado en el modelo de la Economía Participativa?

 

ROBIN HAHNEL: Es una alternativa al capitalismo y al socialismo de mercado, porque es un sistema de planificación participativa bastante completo, ya que permite analizar cómo se toman las decisiones. Refleja las posiciones del socialismo libertario desde hace años y en sus diversas tradiciones. Tiene varias partes: con respecto al trabajo, hay un consejo de trabajadores, donde cada persona tiene un voto de cara a la toma de decisiones. También se propone que los consumidores se organicen formando consejos en sus barrios. Proponemos que los consejos de trabajadores y los consejos de consumidores, en sus barrios, realicen sus propuestas de lo que quieren hacer, desde el punto de vista de producir o consumir, y ellos mismos negocien cómo van a unir eso en un plan anual factible. Desde mi punto de vista, esta idea de planificación enfatiza que los trabajadores y consumidores participen en la formulación de sus propias actividades. Esto se distingue de otras concepciones de planificación mediante representantes que van a reuniones de planificación a gran escala.

 

En nuestra opinión esto no da suficiente autonomía a los trabajadores en sus propias empresas y a los consumidores en sus barrios.

 

D.: Y en los consejos de trabajadores, ¿cómo se reparten los frutos y ganancias del trabajo?

 

R.H.: Esto también es parte de nuestra propuesta, en la que se remunera a los trabajadores según su esfuerzo. Esto se decide por los propios trabajadores dentro del consejo, en función, por ejemplo de las horas trabajadas. A veces las horas de unos no suponen lo mismo que las horas de otros: nadie mejor que el propio consejo y las personas con las que uno trabaja para evaluar esto. Es necesario reconsiderar cómo se organiza el trabajo para construir una economía socialista libertaria. Algunas tareas aumentan el poder de la persona para participar en la toma de decisiones. Hay que reorganizar el trabajo para que todos tengan acceso a tareas que dan el poder de participar. Hay que alternar las tareas para que no haya personas que siempre tengan que asistir a reuniones y evaluar situaciones mientras otras están siempre trabajando con las manos.

 

Si dejamos la organización de esta manera, llegamos a la forma tradicional tanto del capitalismo como del socialismo soviético del siglo XX, donde, aunque cada trabajador tenga su voto, se da una democracia formal, pero no real. Hay que transformar el trabajo si queremos una situación en la que se dé una participación efectiva para que cada persona tenga acceso y oportunidades en la toma de decisiones.

 

D.: ¿Qué estrategias de transición pueden establecer los movimientos sociales para avanzar hacia este modelo?

 

R.H.: Depende mucho de los países y las condiciones de sus movimientos sociales. Desde mi punto de vista, esta sociedad socialista libertaria que proponemos es una sociedad democrática, por tanto la mayoría de la gente tiene que estar a favor de este sistema. Tenemos que buscar la manera de hablar, comunicar y convencer a la mayoría de que este sistema es preferible al capitalismo. Desde mi punto de vista, hay que aumentar los movimientos reformistas pero populares. El movimiento sindical, el movimiento de consumidores, el movimiento de mujeres, el movimiento contra la guerra... necesitamos que estos crezcan, aunque pienso que esto, realizado de forma aislada, nos llevaría al fracaso, como sucedió con el movimiento que dio lugar a la socialdemocracia en el siglo XX, que se limitó a su carácter reformista y nada más. Yo pienso que al mismo tiempo que se fortalecen estos movimientos reformistas dentro del capitalismo se fortalecen las ideas de cambio, pero a la vez tenemos que potenciar experimentos de cooperación equitativa, organizando cooperativas de consumidores, cooperativas de productores y una larga variedad de instituciones no capitalistas. Hay que ir en una vía paralela, ya que una vez que una parte importante de la población entienda que sería mucho mejor organizar la economía de una forma totalmente diferente a la del capitalismo, se deben empezar a organizar los consejos en los centros de trabajo y en los barrios. Creo que no es realista en la mayoría de países, especialmente en EE UU, pensar que podemos empezar a construir ahora los consejos que un día nos permitirán organizar la economía y la sociedad de una forma nueva. Tenemos mucho trabajo que hacer antes de llegar a la situación donde pueda empezarse este proceso. En otros países puede ser muy distinto. Por ejemplo, en Venezuela lo pueden hacer y lo hacen ahora. En Cuba podrían hacer un cambio en el sistema de planificación que sería magnífico y que podría hacerse bastante rápido. Pero en la mayoría de los países capitalistas todavía tenemos mucho trabajo para aumentar la influencia de este tipo de propuestas.

 

Robin Hahnel, creador de la ‘parecon’

 

La economía política de la economía participativa es el título de una investigación que Robin Hahnel y su colega Michael Albert publicaron en 1991. Este libro fue visto, en pleno derrumbe del modelo soviético, como una alternativa al centralismo socialista, al socialismo de mercado y al capitalismo contemporáneo. Hahnel, junto a Albert, es el creador del modelo económico denominado ‘economía participativa’ (llamada parecon en inglés), una teoría de raigambre libertaria que se basa en un tipo de gestión común, ya que, en palabras de Hahnel, “la gente aborrece los vacíos de gestión”.

 

Esta propuesta se basa en los principios de equidad, solidaridad, diversidad y autogestión participativa.